La música y la abuela


A causa de mi abuela, la música es parte de mi familia desde antes de mi conciencia. Ella soñaba con que hagamos una orquesta, ya que somos tantos nietos. Bailen, canten, nos decía.
En su casa había hace años un piano que juntaba polvo y cada tanto atrapaba a alguien. Todavía está ahí, esperando pacientemente. Cuando era niño me regaló una guitarra, al igual que a mis primos de la misma edad. En octubre de este año, si no me equivoco se cumplen 15 años del día que me regaló mi guitarrita, es chiquita, pero en ese entonces me quedaba enorme.

Después compró también este teclado, que anduvo algún tiempo dando vueltas por las casas de la familia y hace tiempo está aquí, en mi casa.

Cuando me regaló esa guitarrita, empecé a ir a un taller de guitarra que quedaba sobre Las Piedras, casi esquina Buenos Aires: Taller Nonino. Hoy hay una cervecería ahí.
Me enseñaban canciones y a tocar el instrumento, la técnica. Fui allí durante varios años y al principio eso estaba bien, me alcanzaba con eso. Le llevaba una canción que me gustaba a Carlitos y él la escuchaba un par de veces y luego me daba los acordes. En algún momento le dije que quería aprender algo más. Acordes podía encontrar en internet y yo quería hacer lo que él hacía: escuchar y entender.

Entonces me hizo sacar un papel y guardar la guitarra: a escribir escalas se dijo. No pude atravesar lo que en ese momento se me presentaba como una densa capa de aburrimiento, detrás de la cual estaba, lo que hoy me parece más fascinante de la música.

Durante las vacaciones de verano del año pasado, desde las cuales cada tanto me desconecto del mundo, llevé conmigo mi guitarra y un pequeño sintetizador analógico con dos octavas que había comprado hace un tiempo sin entenderlo del todo. Me encontré, por casualidad, con una serie de videos en Youtube sobre teoría musical, explicada con un pianito y un pizarrón y me enganché. Aprendí algunos conceptos generales: terceras, quintas, séptimas, octavas, qué era un acorde, qué era una armonía, una melodía, una escala. Lo que alguna vez intentó enseñarme Carlitos en Taller Nonino: teoría musical.

Ese año volví a dejar en suspenso la música. Tenía una zamba a medio componer de la cual no entendía mucho lo que había hecho y algunos acordes sueltos que me gustaban, pero no mucho más. Este año la retomé, terminé dicha zamba ya sabiendo como estaba compuesta y retomé el teclado que había estado esperando, pacientemente, ahora él también forma parte de mis días.
Siento que quizás fue un poco tarde. Me hubiese gustado ir a la casa de mi abuela el año pasado para tocarle algunas de las canciones que he estado aprendiendo para ella en el piano de su casa, pero ya no puede ser. Y si bien no tendremos una orquesta, tenemos varies musiques en la familia
¿A quién le vamos a agradecer si no es a ella?





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