Sobre "Software determinador de género" de Diego Gelatti
En este texto quiero contarles sobre la obra de Diego, actualmente
expuesta – y hasta el 20 de diciembre - en la Sociedad Francesa con la
curaduría de Marisa Rossini.
En esta instalación conviven: un “Material instructivo” que
bien podría haber salido de Youtube, la fotografía, una iluminación un tanto barroca,
e incluso, ciertas reminiscencias del grabado, si consideramos la impresión
como una forma técnica derivada del grabado.
La obra de Diego, plagada de paradojas e ironías, viene a ser un
cuestionamiento abierto sobre la temática de género y a raíz de esto de la
naturaleza de nuestra propia identidad. También deja entre signos de
interrogación la forma en la que nos relacionamos con internet y con la
tecnología digital que avanza a pasos agigantados, cuyo funcionamiento se
escapa cada vez más de nuestra comprensión.
Inteligencia artificial, redes neuronales, nuestra propia imagen
impresa en un ticket y los difusos límites de la obra. Tomaremos primero, entonces,
la cuestión de internet.
Resuenan, por un lado, la corriente DIY que inunda Youtube con sus
videos-tutoriales para hacer una infinidad de cosas; y por otro lado, la forma
en la que las redes sociales configuran un recorte que define nuestra identidad
para miles de personas o para cualquiera que nos encuentre en el océano
profundo de internet.
Una red neuronal analiza nuestra imagen y nos devuelve una
respuesta que resulta irónica en el contexto de la instalación, del mismo modo
que el mensaje “gracias por confiar en el software...” que nos da
el video, sin embargo, pasamos por el mismo proceso constantemente a través de
nuestros celulares permanentemente conectados a la red de las redes, en la cual
tenemos una confianza ciega y en ese caso, no nos resulta irónico, rara vez pensamos
en ello.
Los medios masivos, y sobre todo con la aparición de internet han
complejizado la forma en la que nos relacionamos con la información, convirtiéndonos
en una cultura de la inmediatez, uno puede comprar cosas en otro país desde su
celular, o ver imágenes en un engañoso tiempo real de lo que está sucediendo a
miles de kilómetros. No podemos dar cuenta de la profundidad de la red, mucho
menos de la repercusión que su misma existencia tiene sobre nosotros y nuestras
sociedades, pero confiamos en ella. Algo de todo esto resuena en el video de la
instalación cuando nos dice, en primer lugar, que una “sofisticada red
neuronal convolucional entrenada específicamente para analizar fotografías a
través de visión artificial” está por analizar nuestra imagen para
determinar nuestra identidad, de alguna manera extraña que no alcanzaríamos a
comprender y haciendo usos de nuestra imagen que no conocemos del todo. Sin
embargo, nos agradece por confiar ¿o nos advierte?: “gracias por confiar en
el software determinador de género 0.3b”. Quizás, el botón rojo,
signifique, como en la mayoría de los casos: Aceptar términos y
condiciones sin conocerlos del todo. De un vistazo podemos asomar la
mirada sobre el abismo.
Es sabido y se ha escrito mucho ya alrededor de la fotografía como un
arte de recorte, no sólo espacial y temporal, sino también semántico. El
software determinador de género toma una fotografía, y a raíz de eso nos
devuelve una información fragmentada, sin sentido, un signo ambiguo, que
pretende ser neutro, pero contiene la pregunta por el género.
No sólo a través de lo que está presente, sino también fundamentalmente
a través de lo que está ausente es que nos da la posibilidad de pensar tanto
nuestro pasado como nuestro presente en términos diferidos escapando a la
presunta determinación. Sobre todo, si entendemos que nuestra identidad como
individuos se configura en la relación de lo que entendemos que es nuestro
pasado y como nos proyectamos hacia el futuro.
El procedimiento de esta red neuronal capaz de
determinar el género de quien se pone en frente es el mismo procedimiento
realizado por una persona cualquiera en un lugar cualquiera, frente a otra
persona cualquiera en cuestión de segundos, con la diferencia de que el
resultado de dicha determinación no suele quedar abierta a una interpretación, sino
que simplemente cae en un determinismo estricto y binario.
De esta manera, la obra Software determinador de género nos
abre la pregunta sobre el género al mismo tiempo que nos deja al descubierto el
hecho de que no todo puede ser respondido
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