Reivindicación de la basura
Cuando comencé a juntar cajones de verdura me di cuenta que para los verduleros, después de un tiempo, se vuelven inútiles y simplemente te los regalan o los tiran. No hay que buscarlos demasiado, son como el plástico, el tacc o los autos blancos: Si estás atento, los ves en todas partes.
No tardé en darme cuenta que no soy el único que los busca, hay todo un submundo de circulación y, naturalmente, tiene sus códigos: Si hay muchos acumulados seguro son de alguien, si hay alguien cerca hay que preguntar y si parece abandonado o está un basurero, podes llevártelo. Aún así, hay suficientes para todos.
El capitalismo financiero global inutiliza y vuelve absurdos los criterios vigentes de necesidad, valor de uso y la mismísima lógica utiliaria, heredada del capitalismo materialista, que servía de criterio de (in) diferenciación entre lo aceptado y lo rechazado, entre lo útil y lo inútil, entre el mundo de las cosas y el de la basura. Aún así, ni siquiera el tiempo ha podido desligarse de la metáfora economicista y la especulación financiera.
Cierto es que podría conseguir un quemador, una garrafa de gas y comprar algo de aluminio en alguna chatarrera, lo cual simplificaría enormemente el proceso de fundición, y tal vez, lo haga. Pero de este modo, no podría espiar ese submundo de circulación de recursos que parece funcionar al margen de las teorías económicas y la observación cotidiana de la calle.
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