Cómo y porqué cebar un buen mate
En primer lugar, y queda usted advertide, cebar un buen mate toma tiempo.
Es importante tener en cuenta la forma del porongo y el tamaño de la boca en relación a la palma de la mano de uno. Si es muy chica (a mí) se me complica armarlo bien, si es muy grande, la yerba sale volando.
Empezamos: 3/4 de yerba y el yuyo que más le guste (yo no le pongo nada). Con la palma de la mano se cubre la boca del mate, se lo invierte y se lo comienza a sacudir con ganas. De este modo, el polvillo de la yerba se va pegando en la palma de la mano, de manera que uno puede soplarlo e ir extrayendo ese polvillo que a algunas personas les genera acidez. Se repite este procedimiento hasta que ya casi no quede polvo pegado en las manos. Ahora se lo sacude de otro modo, aún tapando la boca del mate con la palma de la mano e invirtiéndolo, pero diría que más que sacudir es como hacerlo vibrar. Cuando uno hace esto, las partículas más pequeñas (polvillo, hojitas) van quedando en la base y las partículas más grandes (palitos, etc) van quedando en la parte de arriba (que después, cuando pongamos el mate en su posición, haría que los palitos queden abajo y las partículas chiquitas arriba). Es importante que esta parte no sea como agitar una maraca, porque sino toda esta organización de las partículas de la que hablo se va al tacho (por no decir a la mierda). Tiene que ser suave: con amor, comprensión y ternura (Referencia).
Una vez organizadas las partículas damos vuelta el mate, para ponerlo en la posición que corresponde, con mucho cuidado de que al hacer esto, la yerba quede formando una pendiente a 45° (maomeno). Ahora se le da una regadita con un poco de agua para humedecer la yerba, tratando de que el agua termine de dar solidez a la arquitectura de este mate y cuidando de humedecer un poco más la base de todo esto. Recién entonces se coloca la bombilla, tapando con el dedo gordo la punta de la bombilla por la cual después beberemos el mate. Ahora vamos humedeciendo desde abajo y tomando. No se moja toda la yerba de una vez, se tiene que ir poniendo la cantidad justa de agua, si hay palitos y cosas flotando te fuiste de mambo. La idea de que esté a 45° es que a medida que se van tomando los mates, se va mojando yerba de más arriba y de más arriba. Así se evita que los primeros mates salgan con mucha fuerza y a mitad del termo ya se haya lavado toda la yerba.
Yo tengo un mate medio grande, antes en un termo se me lavaba toda la yerba, ahora le entran dos tranquilo y hasta un tercero si nos ajustamos.
Ahora: ¿Por qué?¿Por qué habría yo de tomarme el tiempo de hacer semejante ritual si sólo quiero tomarme unos mates y listo?
Por amor.
Todo esto es muy circunstancial. Si estoy sólo, yo tomo mate cuando me siento a leer, cuando me siento a escribir, cuando estoy trabajando, cuando estoy. Si estoy con alguien, tomo mate para compartir. Todo ese ritual, esa preparación, (y más allá de los efectos prácticos) es en realidad, el tiempo y el momento en el que uno le da amor a esa yerba, a ese recipiente, y a cada chorrito de agua que va regando ese pasto amargo que por alguna razón nos gusta tomar. Esa inversión de tiempo va directo al paladar y de ahí al corazón, va llena de cariño. Todo esto es muy circunstancial. Si estoy sólo, ese cariño es para mí, si estoy con alguien, ese cariño es para compartir. Igual, tengo este fragmento de un poema de Mariano Blatt que creo que lo explica mejor:
[...]
hoy a la mañana te cebé un mate
y le decía al agua que vertía del termo
escuchá, agua, este mate es para el rubio
que lo amo más que nada
hidratalo como nunca
así funciona feliz y locura de viento
[...]
Todo esto lo aprendí de mi viejo, que de chiquito siempre lo ví cebar mates así y de un gran amigo mendocino de la paz y el amor que me enseñaron cómo y porqué cebar un buen mate.
Es importante tener en cuenta la forma del porongo y el tamaño de la boca en relación a la palma de la mano de uno. Si es muy chica (a mí) se me complica armarlo bien, si es muy grande, la yerba sale volando.
Empezamos: 3/4 de yerba y el yuyo que más le guste (yo no le pongo nada). Con la palma de la mano se cubre la boca del mate, se lo invierte y se lo comienza a sacudir con ganas. De este modo, el polvillo de la yerba se va pegando en la palma de la mano, de manera que uno puede soplarlo e ir extrayendo ese polvillo que a algunas personas les genera acidez. Se repite este procedimiento hasta que ya casi no quede polvo pegado en las manos. Ahora se lo sacude de otro modo, aún tapando la boca del mate con la palma de la mano e invirtiéndolo, pero diría que más que sacudir es como hacerlo vibrar. Cuando uno hace esto, las partículas más pequeñas (polvillo, hojitas) van quedando en la base y las partículas más grandes (palitos, etc) van quedando en la parte de arriba (que después, cuando pongamos el mate en su posición, haría que los palitos queden abajo y las partículas chiquitas arriba). Es importante que esta parte no sea como agitar una maraca, porque sino toda esta organización de las partículas de la que hablo se va al tacho (por no decir a la mierda). Tiene que ser suave: con amor, comprensión y ternura (Referencia).
Una vez organizadas las partículas damos vuelta el mate, para ponerlo en la posición que corresponde, con mucho cuidado de que al hacer esto, la yerba quede formando una pendiente a 45° (maomeno). Ahora se le da una regadita con un poco de agua para humedecer la yerba, tratando de que el agua termine de dar solidez a la arquitectura de este mate y cuidando de humedecer un poco más la base de todo esto. Recién entonces se coloca la bombilla, tapando con el dedo gordo la punta de la bombilla por la cual después beberemos el mate. Ahora vamos humedeciendo desde abajo y tomando. No se moja toda la yerba de una vez, se tiene que ir poniendo la cantidad justa de agua, si hay palitos y cosas flotando te fuiste de mambo. La idea de que esté a 45° es que a medida que se van tomando los mates, se va mojando yerba de más arriba y de más arriba. Así se evita que los primeros mates salgan con mucha fuerza y a mitad del termo ya se haya lavado toda la yerba.
Yo tengo un mate medio grande, antes en un termo se me lavaba toda la yerba, ahora le entran dos tranquilo y hasta un tercero si nos ajustamos.
Ahora: ¿Por qué?¿Por qué habría yo de tomarme el tiempo de hacer semejante ritual si sólo quiero tomarme unos mates y listo?
Por amor.
Todo esto es muy circunstancial. Si estoy sólo, yo tomo mate cuando me siento a leer, cuando me siento a escribir, cuando estoy trabajando, cuando estoy. Si estoy con alguien, tomo mate para compartir. Todo ese ritual, esa preparación, (y más allá de los efectos prácticos) es en realidad, el tiempo y el momento en el que uno le da amor a esa yerba, a ese recipiente, y a cada chorrito de agua que va regando ese pasto amargo que por alguna razón nos gusta tomar. Esa inversión de tiempo va directo al paladar y de ahí al corazón, va llena de cariño. Todo esto es muy circunstancial. Si estoy sólo, ese cariño es para mí, si estoy con alguien, ese cariño es para compartir. Igual, tengo este fragmento de un poema de Mariano Blatt que creo que lo explica mejor:
[...]
hoy a la mañana te cebé un mate
y le decía al agua que vertía del termo
escuchá, agua, este mate es para el rubio
que lo amo más que nada
hidratalo como nunca
así funciona feliz y locura de viento
[...]
*Fragmento de "Una galaxia llamada Ramón", de Mariano Blatt
Todo esto lo aprendí de mi viejo, que de chiquito siempre lo ví cebar mates así y de un gran amigo mendocino de la paz y el amor que me enseñaron cómo y porqué cebar un buen mate.
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