Esas son cosas de grandes

Como cualquiera, en mi infancia pasé por la  etapa de los porqués. Esa partícula elemental, el germen omnipresente de la búsqueda de razones, de la voluntad innata por entender la realidad que nos rodea.
Ayer me di cuenta, muy de golpe, de algo que parece evidente: ya no soy un niño. He perdido su capacidad inquisidora y su naturaleza de investigador permanente.
Me di cuenta de esto cuando traté de escribir un poema con preguntas de niños, cargadas de inocencia, siempre genuinas, a veces, reveladoras. Ante mi fracaso y la falta de niños en mi entorno cotidiano inmediato, decidí recurrir a las redes sociales: ese hermoso lugar donde todos tienen una opinión, algo para decir, y por alguna razón, un sobrino/a.

Publicación en Facebook del 20 de abril a las 11:18am:

Buenas, vengo a hacer una recopilación del top 10 de los mejores "¿Por qué...?" de l s niñ s. Si usted convive o conoce alguno de ellos y tiene alguno anecdótico, le pido lo deje en los comentarios, es para hacer un libro, desde ya gracias
Las reacciones no se hicieron esperar y los testigos aparecieron de a uno. A continuación algunos que me parecen interesantes para analizar, el criterio de selección es personal, sobre aquellos que, intuyo, dicen algo de los niños/as y dicen algo de nosotros:

-Abuelo, ¡Los peces están muertos!
-¿Cómo que muertos?
-Sí, miralos, ya no caminan, están quietos.

-La tía Ile está embarazada, está esperando un bebé que está ahí en su panza.
-¿Y por qué se lo comió?

-¿Que es eso? (señalando una hoja de marihuana)
-Una apología (explicación al paso, para zafar)
-¿Y que es una apología?
-Significa que hace referencia a algo
-¿Y a qué hace referencia?

-Mirá, los molinos cuando están quietos se llaman así
-¿Y cuando se mueven?
-Se llaman remolinos.

-¿Por qué tengo que ir al jardín?
-¿Por qué tengo que ir a la escuela?
-¿Por qué están enganchados esos dos perros?
-¿Por qué si la abuela está en el cielo no se cae cuando llueve?
-¿Por qué si la abuela está en el cielo la visitamos en el cementerio?
-¿Por qué los chiquitos dormimos solos y los grandes duermen juntos?

-¿Por qué hace cola esa gente?
-Para que les den cosas
-¿Por qué?
-Porque son pobres
Observa
-¿Mamá?¿Por qué todos los pobres son negros?


¿Que sería más valioso para analizar? ¿O más interesante? ¿Los ejes de las preguntas? ¿Las motivaciones? ¿Los hechos cotidianos que damos por sentado y que ellos aún cuestionan? ¿Los que están cargados de inocencia? ¿Los que están cargados de verdades?
Los niños son esponjas, pero también son espejos. Sus supuestos, preguntas y conclusiones son producto de como su entono les enseña a entender las cosas. Como pensar que por estar quietos están muertos o que al moverse se llaman remolinos.

Son observadores en detalle, y a diferencia de nosotros, no pasan cosas por alto y no dan situaciones por sentado. A veces, esa observación - y más cuando es una mirada de lo social - evidencia mucho. Evidencia lo que se intenta esconder, por ser políticamente correctos y decir que la discriminación no existe, por ejemplo. Aunque ellos no sean conscientes de lo agudo de la pregunta: ¿Por qué todos los pobres son negros?

Me gustaría un censo histórico de la subestimación. Podría hablar de como nos subestimamos a nosotros mismos, que ya es bastante dañino, pero me interesa otro tipo: la dirigida al otro. Más puntualmente, la que apunta a los niños.

"Es un niño, no va a entender"
"Dejalo, es chiquito/a"
"Esas son cosas de grandes"

De más está decir que ellos entienden e interpretan lo que ven, lo que escuchan y lo que se les dice. Pero hay algunas cuestiones que subyacen en este mensaje que me parecen alarmantes y por ende destacables:

  1. Hay cosas de grandes y cosas de chicos
  2. Las cosas de grandes no son para los chicos
  3. La política y la historia (por ejemplo) son cosas de grandes


Elijo el ejemplo de política e historia como podría elegir el caso de la apología o del por qué los pobres son negros que se planteaban en preguntas anteriormente citadas.
Puedo imaginar perfectamente la situación. Incluso diría que recuerdo alguna sobremesa de domingo donde se discutía de política y el niño/a observa los movimientos de diálogos, posturas, discursos. Llegada cierta edad, arriesgaría un "¿por qué...?" o un "¿De que están hablando?", incluso un "¿Por qué pelean tal y tal?". A lo cual alguien en la mesa respondería con un "son cosas de grandes, no vas a entender".
Pero yo no veo por qué no entendería, o por lo menos por qué no intentaría entender. Naturalmente, ya hizo la pregunta, quiere entender. La cuestión es zanjada con un gesto y colocada en el estante más alto, dentro de la categoría de las cosas de los Grandes.
Y yo quiero analizar este gesto, interrogarlo. Veo dos razones por las cuales no explicar al niño algo que preguntó:
  1. No quiero explicarle
  2. No puedo explicarle
Ambas me parecen tristes, de entrada. La primera por el desinterés que la atraviesa. Sus razones pueden ser varias: Creer que no va a entender, creer que no necesita entender, el hecho de que transmitir ciertos conocimientos a una criatura no forman parte de las prioridades del portador del conocimiento, o las muy conocidas: porque sí, porque no y porque lo digo yo.
Sin embargo, la segunda razón me parece más interesante y me ayuda a llegar a lo que quiero decir. La principal razón de no poder explicar algo es no saber de lo que se está hablando. Pero es un poco más complejo. Uno puede tener una idea del tema, lo suficientemente sólida como para mantener una conversación con otra persona que tiene más o menos las mismas convenciones de lenguaje, conceptos y marcos teóricos. Frente al niño/a, la situación cambia. Quiere entender y no posee la mayoría de esas convenciones. Hay que explicar el porqué de todo lo que no entienda y para ello hay que tener un mapa conceptual y una claridad mental y de conceptos mucho más sólida que la de la situación anterior, para poder guiar esa mente que quiere conocer a través de todos sus porqués. Aún así, con frecuencia y si la tarea se lleva a cabo apropiadamente, las preguntas nos llevaran al terreno de la incertidumbre, donde ya ninguno de los dos sabe realmente. Y aquí está el punto de inflexión al que quería llegar: ¿El grande cortará de raíz la vía de preguntas que llega inevitablemente hasta este abismo de lo desconocido?¿Mentirá?¿Usará el comodín porquesi-porqueno-porquelodigoyo?¿O asumirá que no sabe, e invitará y acompañará al chiquito/a en la difícil tarea de su investigación?

No saber es moneda corriente, pero preguntar por qué, eso, es cosa de Grandes.

Comentarios

Entradas populares